sábado, 21 de julio de 2007

Relato breve (sin título), por Federico Mamani

En el otoño de 18... mientras viajaba por las provincias meridionales de Francia, mi camino me condujo a pocas millas de cierta Maison de Santé, o manicomio privado, del cual mucho había oído hablar a mis amigos médicos de París.

Este era un lugar medio descampado y por ese motivo hacía mucho frío. Como me encontraba viajando en un vehículo, me acerqué hacia el manicomio privado. Toqué el timbre de la puerta principal y no me atendió nadie, entonces, como me parecía muy raro este manicomio, tuve más intriga y empecé a recorrerlo por fuera. En eso, cuando estaba mirándolo desde atrás encontré una cueva escondida justo al lado del manicomio. Debo reconocer que me dio mucho miedo pero decidí entrar. Este lugar tenía luz, muchos focos de luz chiquitos de baja tensión. Justo cuando estaba prestando atención a los foquitos escuché el grito de una mujer que decía "auxilio" y luego susurraba llorando. Yo me quedé quieto en el lugar, del susto, hasta que después de tres minutos volvieron a oirse los gritos con mayor fuerza y al parecer más cerca se repitieron otra vez con mayor intensidad.


"¡¿Dónde estás?!", fue lo primero que dije y un señor robusto me agarró y me tapó la boca junto con otro hombre más robusto. Me llevaron a una habitación oscura con muchas personas que padecían enfermedades mentales. Me quedé en ese lugar varios días; estuve sin comida, sin agua; los enfermos me miraban sorprendidos.



Durante mi estadía encontré una cloaca bajo una cama en la esquina de la habitación. Les propuse a los enfermos que me ayudaran a escapar y los enfermos me dijeron que sí. Yo me alegré mucho pero un enfermero escuchó lo que estábamos hablando y nos advirtió que si tratábamos de escapar no iban a matar y los enfermeros me pegaron con bastones y me dejaron caer con un par de huesos rotos.



Pero al, al fin , tras escapar por una cloaca, uno de los prisioneros logró poner en libertad a los demás.



Federico Mamani, 3ro. 3ra. (T.M.)

martes, 17 de julio de 2007

¿Quién era ese mosquito?, por Araceli Llanos




Actividad propuesta en El Nuevo Escriturón


"Yo me sentí como agredido personal y conscientemente con la embestida del mosquito zumbando; y cuando me golpeó en la cara, en la oscuridad de la noche, levanté la colcha y traté de abarcarlo encerrándolo dentro de las mantas. Pero he aquí que no lograba cazarlo; en plena oscuridad sentí el rumor y al par que procuraba eludir la embestida trataba de aniquilarlo.

Te proponemos que sigas contando la lucha del hombre contra el mosquito."

Araceli Llanos, de 1ro. 3ra., continuó la historia de esta manera:

El mosquito se me reía en la cara porque no podía atraparlo. Yo le dije "¡Cuándo te agarre! ¡Te voy a matarrrr!"

El mosquito no le daba importancia y seguía zumbando por toda la casa; yo, Don Pepe, me enojé muchísimo y empecé a correrlo por toda la casa; se escuchaban ruidos: pum, pan, chash, pom...la gente que pasaba por mi casa gritaba "¡Cállese, loco!". Los vecinos me gritaban "¡Eh! Deje dormir", pero yo seguía con mi lucha.

"Estoy exhausto, ¿sabés qué? te reto en el ring, si yo te gano me dejás tranqui, pero si vos me ganás, aunque sea imposible, te doy todo lo que quieras".

Ya era de noche y fuimos al ring, empezamos la pelea, golpe por aquí y golpe por acá; picadura por aquí, picadura por acá. Los dos ya no podíamos más cuando de repente yo, Don Pepe, le tiré Raid y cayó muerto. Nadie se dio cuenta, me fui a mi casa feliz y contento y nadie me volvió a molestar.

¿Quién era ese mosquito?, por C. R. Martínez

Actividad propuesta en El Nuevo Escriturón
"Yo me sentí como agredido personal y conscientemente con la embestida del mosquito zumbando; y cuando me golpeó en la cara, en la oscuridad de la noche, levanté la colcha y traté de abarcarlo encerrándolo dentro de las mantas. Pero he aquí que no lograba cazarlo; en plena oscuridad sentí el rumor y al par que procuraba eludir la embestida trataba de aniquilarlo.
Te proponemos que sigas contando la lucha del hombre contra el mosquito."
C. R. Martínez, de 1ro. 3ra., siguió contando:
Fue entonces cuando este archirrival y feroz mosquito desapareció por un instante; yo creí que se había rendido y se había marchado, pero no fue así. Me volví a acostar. Sospechando que todavía estaba allí, me di la vuelta y me tapé hasta el cuello; de repente me empujó y me tiró de la cama. Me di cuenta de que si no hacía algo, perdería completamente mi honor. Pero el no podía saber que al tirarme, yo había encontraría un zapato mío, y cuando me levanté, el mosquito se estaba riendo y se preparaba para dar otra de sus tremendas embestidas. Vino hacia mí velozmente y fue así que levanté el zapato y chocó bruscamente contra él y desde ese momento, el mosquito yace tirado en el piso.

¿Quién era ese mosquito?, por Mario Daniel Cristaldo

Actividad propuesta en El Nuevo Escriturón
"Yo me sentí como agredido personal y conscientemente con la embestida del mosquito zumbando; y cuando me golpeó en la cara, en la oscuridad de la noche, levanté la colcha y traté de abarcarlo encerrándolo dentro de las mantas. Pero he aquí que no lograba cazarlo; en plena oscuridad sentí el rumor y al par que procuraba eludir la embestida trataba de aniquilarlo.
Te proponemos que sigas contando la lucha del hombre contra el mosquito."
Mario Daniel Cristaldo, de 1ro. 3ra., imaginó que esta historia continuaba así:
El mosquito me volvió a embestir dejándome moretones y una roncha como la picadura de diez abejas africanas. No podía atrapar al mosquito, no era una tarea fácil. Tiré veneno pero al mosquito no le pasó nada. Bajo la oscuridad pensaba como matar al mosquito, pero la lamparita sobre mi cabeza no se encendía. Estaba desconcertado, pero cuando mi hermano abrió la puerta muy fuerte, chocó al mosquito y murió.

Me quiero matar.

¿Quién era ese mosquito?, por Katherine Shirley Mauri

Actividad propuesta en El Nuevo Escriturón
"Yo me sentí como agredido personal y conscientemente con la embestida del mosquito zumbando; y cuando me golpeó en la cara, en la oscuridad de la noche, levanté la colcha y traté de abarcarlo encerrándolo dentro de las mantas. Pero he aquí que no lograba cazarlo; en plena oscuridad sentí el rumor y al par que procuraba eludir la embestida trataba de aniquilarlo.
Te proponemos que sigas contando la lucha del hombre contra el mosquito."
Katherine Shirley Mauri, de 1ro. 3ra., escribió lo que sigue hasta el final:
De vuelta lo sentí en el tobillo, y traté de no mover las piernas, pero no lo logré por culpa de mi panza maligna. No llego porque como mucho, no hago ejercicios, no voy al gimnasio; cuando quise agacharme, el estómago chocó con la parte superior de mis piernas. Recordé que él solo buscaba sangre, entonces me puse un pedazo de tul para que no me picara, pantalón largo, medias, remera de mangas largas y un cuello polar.

Me guié por su rumor y llegué hasta la lámpara. La prendí y se vio su sombra, muy, pero muy grande y me asusté. Salí corriendo, agarré las llaves del auto y me fui.

¿Quién era ese mosquito?, por Alejandro Delgado

Actividad propuesta en El Nuevo Escriturón
"Yo me sentí como agredido personal y conscientemente con la embestida del mosquito zumbando; y cuando me golpeó en la cara, en la oscuridad de la noche, levanté la colcha y traté de abarcarlo encerrándolo dentro de las mantas. Pero he aquí que no lograba cazarlo; en plena oscuridad sentí el rumor y al par que procuraba eludir la embestida trataba de aniquilarlo.

Te proponemos que sigas contando la lucha del hombre contra el mosquito."

Alejandro Delgado, de 1ro. 3ra., imaginó que esta historia continuaba así:

Yo me estaba cansando de los golpes continuos de ese mosquito, entonces me fui hasta la cocina y saqué de un cajón un rifle calibre 50 y volví a la habitación. Yo dije "acá estamos los dos solos, salí porque te vuelo la cabeza". De repente se escuchó el zumbido del mosquito, su sonido cada vez más fuerte, y me di cuenta de que el mosquito se estaba acercando y luego sentí como si me hubiesen clavado un cuchillo en el brazo y pensé "me picó". Me fijé en el brazo y me había salido como un tumor y me estaba desangrando.
El mosquito ya me estaba volviendo loco y entonces decidí irme a otra casa (esta historia se vuelve a repetir pero con cinco personas diferentes).

Pasatiempos

Chicos, les paso las direcciones de estos sitios: uno es para hacer crucigramas y el otro para armar rompecabezas (ambos en línea).

http://www.crucired.com.ar/


http://www.jigzone.com/

Que lo disfruten.



Ángeles

¿Quién era ese mosquito?, por Estela Torres

Actividad propuesta en El Nuevo Escriturón
"Yo me sentí como agredido personal y conscientemente con la embestida del mosquito zumbando; y cuando me golpeó en la cara, en la oscuridad de la noche, levanté la colcha y traté de abarcarlo encerrándolo dentro de las mantas. Pero he aquí que no lograba cazarlo; en plena oscuridad sentí el rumor y al par que procuraba eludir la embestida trataba de aniquilarlo.

Te proponemos que sigas contando la lucha del hombre contra el mosquito."
Estela Torres, de 1ro. 3ra., imaginó que esta historia continuaba así:
Yo traté de alcanzarlo pero no pude y él intentó de vuelta golpearme pero no pudo. Luego yo sentí que rondaba por detrás mío, agarré la almohada y me di vuelta y lo estampé contra la ventana en la oscuridad. Prendí la luz y él no estaba: él estaba sobre mi pierna ¡Seguro afilando su cuchillo! Le pedí que no me hiciera daño pero no me escuchó y me dislocó la pierna; le volví a pedir, supliqué pero no me escuchó y me tiró por la ventana y se quedó con mi casa, en mi cuarto, en mi cama, y yo en el hospital.

miércoles, 4 de julio de 2007

Un ser sobrenatural

Muchos siglos atrás, se hablaba en Europa de un ser extraño y sobrenatural. Se decía que este ser no conocía a Dios, que era una obra del Diablo. En aquél entonces América ya había sido colonizada por los europeos y habiendo exterminado a los indígenas de esas tierras decidieron ir a buscar a este ser extraño. Ellos sabían que él podía confundirse con la noche, porque su piel era tan oscura como el mismo Satán y que físicamente era muy fuerte. Ni siquiera podían pronunciar el nombre del lugar en que vivía, pero sí sabían como llegar.

Finalmente llegaron, desde España, Inglaterra, Holanda, Francia y Portugal bordeando la costa oeste de su tierra.

Mirándolo desde lejos observaron que tenía una lanza con la que cazaba y que dormía en una choza hecha de barro y ramas; cuando se enfrentaron con él, se asombraron de su aspecto físico y simplemente con mirarlo a los ojos sintieron su fuerza. Él les desmostró luego que sus brazos rompían sus redes y sus piernas estaban hechas para correr: desafortunadamente, los europeos descubrieron que se doblegaba frente a un látigo y que una cosa llamada cadena lo mantenía inmóvil; y así, con la excusa de que necesitaba de Dios, porque como ellos decían, una cosa así no podía haber sido creación de Dios, lo llevaron a esa tierra llamada América.



En su odisea lloraba y escupía sangre, extrañando su tierra y todo lo que allí había dejado.



Ya en una tierra extraña, el único que hablaba con él era un látigo, el mismo que lo había hecho subir al barco que lo trajo, y que lo obligaba a repetir palabras que jamas había escuchado y que apenas podía pronunciar.



Trabajó de día y de noche bajo el sol y la lluvia, y sin comer ni tener que ponerse en los pies descubrió la nieve, y así y todo resistió. Fue llevado a servir en casas, a trabajar en los campos; y cada lágrima derramada por él lo hacía más fuerte; su alma se hacía más resistente a dolor.



Ellos se admiraban de como soportaba y él se admiraba de la crueldad de ellos. Le dolían más su desprecio y su ignorancia que el látigo y las cadenas; así y todo resistió haciendo un esfuerzo sobrenatural y digo sobrenatural porque, quién resistiría más de doscientos años de dolor, humillación, vejación, desprecio, crueldad extrema, sólo para que otro que dice que Dios nos ama a todos por igual esté en su casa sin que el sol, la lluvia, el frío y la nieve lo toque porque trajo a un ser sobrenatural que resiste todo, que puede trabajar todo el día comiendo poco y nada, y al que con uno o dos harapos se lo puede vestir y en caso de que se rebele trescientos latigazos alcanzan para calmarlo.

Así fue la vida de este ser sobrenatural, misterioso y oscuro. Hoy en día son muchos y están en casi todo el mundo.

Dios les dio muchos dones(son cantantes, músicos, deportistas y muchas cosas más) pero sobre todo les dio alegría en recompensa por tanto dolor.

Ellos le habían puesto un nombre (esclavo). Dios les dice "hijos", pero parecen extraterrestres.



Micaela Solange Delgadino, de 1ro. 1ra.

Anécdota, por Lucrecia (seudónimo)


Cuando yo tenía catorce años, mi amiga Verónica tenía una cita con un chico. Pero
ella esa noche no pudo ir y me lo encajó a mí y yo por no decir que no tuve que ir.

Estaba todo muy lindo hasta que se me puso a hablar de su vida y me contó que le gustaban las novelas de amor, le gustaba leer y parecía un poco afeminado, y yo, como soy un poco atrevida, le pregunté "¿sos puto?" y me miró riéndose y me dijo "noooooo..."

Esa noche la pasamos rebien con el chico y de a poco nos fuimos conociendo y empezamos a ser amigos. Después con el tiempo fue mi "mejor amigo" y ahora es mi novio hace dos años y siete meses y somos refelices.